Tardé
algún tiempo en entender lo que me estaba ocurriendo, pero finalmente elaboré
una teoría, creo que bastante acertada, sobre los singulares acontecimientos
que comenzaban a sobrepasar el límite de lo que podía llegar a soportar. Si mi
vida hubiera transcurrido con normalidad yo habría ocupado un lugar en el
mundo, en cada momento, acorde con mis cualidades innatas y adquiridas o si se
prefiere con lo que estuviera marcado en mi destino antes de que en la semana
número treinta y nueve de mi estancia en el útero materno, mi madre se
encontrara manipulando con los brazos en alto el interior de un armario. El
cumplimiento de mi fecha de caducidad hace que no ocupe el puesto, el lugar, el
instante astrológico que me correspondería en condiciones normales, por lo que
en cada situación concreta genero un pequeño big bang necesario para contrarrestar este desequilibrio. Algunos
han llegado a acusarme de gafe, de atraer la desgracia hacia los demás. Lo
cierto es que cualquier situación competitiva precipita sin remedio un nuevo
suceso funesto. Los estudios, la búsqueda de empleo, el cortejo amoroso, la
conducción por carretera y una larga lista de las acciones más cotidianas; todo
ha ido acumulando desgracia tras desgracia a mi alrededor, en demasiadas
ocasiones con consecuencias extremadamente dramáticas.
Es
por ello que he decidido irme. Trataré de hacer el menor ruido posible por no
molestar más, ni siquiera en mi instante final. Sin dramatismos, con el
convencimiento de que acabó mi papel en este mundo y de que es imposible seguir
en él y cumplir a la vez con el que quizá sea el más importante e irrenunciable
lema de todos cuantos he elaborado durante mi existencia: pasar por la vida
haciendo el menor daño posible.
Quiero decir, para terminar, que siento mucho
todo el mal que he podido causar, pero también deseo que todos sepan que hice
lo posible por evitarlo. Sólo espero que en mi destino primigenio esté escrito
que estos son mis últimos momentos, de lo contrario, escapa a mi razón el
cataclismo universal que podría llegar a provocar. Si consiguen leer esto
respiren con alivio, gracias por todo y perdón una vez más.
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