Una pequeña reseña, en la píldora informativa que cada mañana consumo automáticamente, destaca que se cumplen cien años de la última celebración del Día Internacional de la Mujer. Ha pasado un siglo desde que dejó de tener sentido su conmemoración. La consecución de la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres es un hecho incontestable sin riesgo de involución.
Aquel arcaico pasado en la actualidad sólo es objeto de atención y estudio por parte de historiadores especializados en arqueología social. Hoy, superadas todas las barreras físicas, sociales y mentales, desaparecidas las fronteras, reconocida como única raza la raza humana, diluidas las etiquetas de género, desterrada la superstición gracias a los grandes avances de la ciencia y la moderna tecnología; es hora de luchar, inspirados en aquellas mujeres y hombres, por la eliminación de un último y nuevo obstáculo: la desigualdad entre humanos y máquinas. Ha llegado el momento de impulsar un debate profundo sobre la revisión de los principios de la robótica más discriminatorios, dar la batalla para la obtención de los mismos derechos asumiendo idénticas responsabilidades. Compartiendo un mismo destino universal, ninguna inteligencia es artificial.
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